El turismo nace en el siglo XIX como una consecuencia de la Revolución industrial, con desplazamientos cuya intención principal es el ocio, descanso, cultura, salud, negocios o relaciones familiares.

Podría afirmarse que el turismo, entendido como el desplazamiento de las personas de un lugar a otro por más de un día (y menos de un año), surge en los últimos años del siglo XIX. El principal motivo sería debido a los grandes cambios en las sociedades desarrolladas y sus estilos de vida, así como consecuencia directa de la denominada Revolución Industrial.

A finales del siglo XIX se produce una gran expansión económica, siendo el turismo como tal uno de los sectores más beneficiados, alcanzando ya en el siglo XX un auge de tal calibre, que bien podría considerarse una de las mayores industrias del mundo.

Uno de los hechos transcendentales que coadyuvaron a la rápida expansión del turismo fue la aparición de la máquina de vapor, ya que supuso una forma cómoda y rápida de desplazamiento, que hasta entonces se realizaba generalmente a base de “tracción” animal: a lomos principalmente de burros, caballos, bueyes, dromedarios, yaks o en vehículos diseñados al efecto como carretas, todo tipo de caravanas, y también trineos tirados por perros o renos, generalmente sobre terrenos nevados.

En 1841, Thomas Cook organiza en Inglaterra el primer viaje planeado de la historia. Aunque resultó un fracaso desde el punto de vista económico, fue un verdadero éxito en cuanto a sentar las bases del futuro paquete turístico, pues tuvo conciencia de las enormes posibilidades económicas que podría llegar a generar esta actividad. Así, en 1851 creó la primera agencia de viajes del mundo: Thomas Cook and Son.

De esta forma, el 5 de julio de 1841 partió en Inglaterra el primer tren de vapor desde Leicester a Loughborough, constituyendo tal efemérides un verdadero acontecimiento a nivel mundial, hasta el punto de provocar serias controversias entre una buena parte de la comunidad científica de esa época, que consideraba de altísimo riesgo para las personas viajar en semejante máquina “infernal”.

Desde nuestra actual perspectiva, nos resulta prácticamente imposible creer que no hace tantos años, la aparición del ferrocarril como medio de transporte produjo en esa época tal controversia sobre sus posibles efectos nocivos e incluso letales para el hombre, que estuvo a punto de truncarse.

Esta corriente contraria al uso del ferrocarril fue cobrando fuerza en casi todos los estamentos sociales, principalmente entre los médicos, incluso los más prestigiosos, cuya opinión era que ese transporte suponía algo antinatural, que provocaría secuelas físicas y psíquicas a los que lo utilizaran, y que el humo que emitían los trenes emponzoñaría los campos de maíz y de cultivo y acabaría con todos los pájaros.

Fueron muchos los colegios y academias de medicina las que publicaron numerosos artículos en revistas especializadas aduciendo a los peligros del ferrocarril. Reproducimos algunas de las aseveraciones más contundentes:

  • La gente podría morir asfixiada si viajaba a velocidades superiores a 32 km/h.
  • El ser humano no estaba físicamente preparado para soportar las velocidades del ferrocarril, pues sufriría un trauma físico a causa de la aceleración y desaceleración de este medio de transporte.
  • Importantes médicos de la época aseveraron que los viajes en ferrocarril, debido a la velocidad, las vibraciones etc., podrían afectar a la salud mental.

En 1835, la Academia de Medicina de Lyon se pronunció categóricamente sobre el ferrocarril: “El paso excesivamente rápido de un clima a otro producirá un efecto mortal sobre las vías respiratorias. El movimiento de trepidación suscitará enfermedades nerviosas, mientras que la rápida sucesión de imágenes provocará inflamaciones de retina. El polvo y el humo ocasionarán bronquitis. Además, el temor a los peligros mantendrá a los viajeros del ferrocarril en una ansiedad perpetua que será el origen de enfermedades cerebrales. A una mujer embarazada, el viaje podría provocarle un aborto prematuro”.

En 1862, la revista Lancet publicó una serie de artículos con el título “La influencia del viaje en ferrocarril en la salud pública”. Afirmaban que las vibraciones del ferrocarril, junto con una amplia variedad de factores, causaban un agotamiento físico y mental en los pasajeros.

Solo el tiempo, a lo largo de unas pocas décadas, fue desmontando estas teorías, hasta llegar a la época actual, en la que los trenes de alta velocidad están homologados para alcanzar velocidades de hasta 300 km/h, y está apunto de entrar en servicio El Maglev L0, un nuevo tren de levitación magnética capaz de alcanzar velocidades de hasta 500 kilómetros por hora. Cuando entre en servicio, este nuevo modelo superará el récord del Shanghai Maglev, que es el tren más veloz del mundo, capaz de alcanzar los 430 km/h.

Posteriormente, en 1850, Henry Wells y William Fargo fundaron la American Express, que inicialmente se dedicaba al transporte de mercancías, pero que inmediatamente se convirtió en una de las agencias más grandes del mundo. En 1867 aparece el bono o voucher, documento que permitía la utilización en hoteles de algunos servicios contratados y prepagados a través de una agencia de viajes.

César Ritz, un hotelero nacido en Suiza en 1850, es considerado el padre de la hostelería moderna al concebir, organizar y dirigir los hoteles de lujo del llamado Ancien Régime turístico (sistema de gobierno anterior a la Revolución Francesa), y que ya se mantuvo en vigor hasta 1914. Desde muy joven trabajó en la mayoría de los puestos y cargos de un hotel, hasta alcanzar la gerencia de uno de los más prestigiosos de su época.