La silueta de la población de Montánchez se extiende por la ladera de un monte coronado por un castillo, un magnífico bastión y, a la vez, mirador sobre las dehesas extremeñas.

Montánchez se encuentra en la zona sur de la provincia de Cáceres y su solitaria cumbre es un gran vigía del entorno, su castillo, que primero fue fortificación romana, después visigoda, árabe y más tarde cristiana, se vio envuelto en contiendas durante siglos. Pasó de unas manos a otras, formó parte de la Orden de Santiago, apoyó causas y rebeliones y sirvió incluso de cárcel. Mientras, la población fue creciendo a sus pies poco a poco, curvando sus calles de forma inverosímil.

Montánchez fue entregada por Alfonso IX de León a la Orden de Santiago, una vez arrebatada a los moros, en 1230, momento en el que empezó a tomar su forma definitiva con las sucesivas remodelaciones. Pero de época mora queda poco más que alguna zona de muralla y el aljibe o “Pozo de los moros”. Y ahí está nuestra primera referencia legendaria:

“La toma del baluarte de Montánchez se debe también a una serpiente que muestra a los cristianos el camino que han de seguir para llegar al corazón de la fortaleza defendida por los almohades. Estando un sábado acampados junto a la fuente del Trampal una enorme serpiente, cubierta su cabeza con una mata de pelo, atravesó por medio de las mesnadas cristianas sembrando el pánico entre los caballos ya dispuestos para el ataque. Antes de que pudieran darse cuenta, la serpiente había desaparecido de su vista. Los caballeros siguieron su rastro entre espesos y altos matorrales y no tardaron en dar con su guarida. Era esta un amplio túnel que comunicaba directamente con el castillo. Y fue por este pasadizo por el que penetraría un grupo de los más aguerridos cristianos para tomar la fortificación. Sorprendentemente no encontraron rastro ni nunca supieron de la fabulosa culebra peluda que los había guiado hacia la victoria. Cuenta la leyenda que se trataba de una núbil princesa agarena que, cual Melusina, cada día final de semana tomaba forma de serpiente, aunque conservando su cabeza humana, y por el recóndito pasadizo bajaba hasta la fuente del Trampal a peinarse los dorados cabellos. Al considerarla culpable de la derrota su padre, el caíd, maldijo a la virgen mora, que desde aquel fatídico día vive transformada en sierpe bajo las huras del castillo. Solo la noche de San Juan recobra su forma de mujer y se la ve pasear sobre las almenas portando en la mano una vela encendida”.

La serpiente es un animal que aparece en numerosas culturas desde el inicio de los tiempos. Y lo hace por su cualidad tectónica, porque al reptar por la tierra, es capaz de captar las fuerzas telúricas. Además, puede introducirse en las cuevas y oquedades, así como en las aguas. También tiene el poder de “renacer”, sin alterar su esencia, cuando muda la piel y por fin es símbolo de fuerza y fecundidad. Es por ello que vemos serpientes en muchas tradiciones, para bien o para mal.

Don Alonso y don Rodrigo

La esbelta silueta del castillo de Montánchez no solo está impregnada de leyendas, sino que sus avatares históricos fueron muy reales. Tras el cambio de manos de moros a cristianos y viceversa, en 1429 el castillo vivió la rebelión de los infantes de Aragón contra la corona, hasta que Don Álvaro de Luna lo tomó y entregó a Juan II. Más tarde se convirtió en escenario de los partidarios de Juana la Beltraneja contra Isabel la Católica, pero su legendaria resistencia llegó a ser épica.

Uno de los hechos más relevantes que vivió después fue la prisión de Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, valido del duque de Lerma en época de Felipe III. Cuando el duque cayó en desgracia, y teniendo en cuenta la funesta administración del marqués, fue acusado de haber favorecido la muerte de la reina y llevado a Montánchez en 1619, donde permaneció preso hasta que fue condenado y llevado a la horca en 1621.

Dice la tradición que estaba incomunicado en una torre del castillo y que no tenía ningún contacto con el exterior, hasta que llegó un trovador y le contó y cantó, en romance, que el delito más importante por el que se le acusaba era la complicidad en la muerte de la reina.

El cementerio

No podemos dejar estas líneas sin contar que el cementerio de Montánchez fue elegido el mejor de España en 2015. Ubicado en la ladera, bajo el castillo y a 700 metros de altitud, fue escogido por su originalidad y estética. Data de mediados del XIX.

CÓMO LLEGAR: Montánchez se encuentra al sur de Cáceres capital, a unos 47 kilómetros por la EX-206 y EX381.